A 32 años del bebé de Rosemary, Roman Polansky no teme en volver a
invocar a Satanás y en volver a meter a su esposa en el medio. Esta vez,
con detectivescos aires de policial negro, y cambiando New York por
España, Francia y Portugal, nos vuelve a mostrar en La última puerta (en
realidad, es la novena) su estupendo manejo del suspenso. Lo cual no es
poco en el cine actual.
De por sí, lo que el protagonista hace para comer, es
sumamente atractivo. Johnny Depp es Dean Corso, un especie de detective
literario, mezcla de joven intelectual y mercenario. Su
trabajo, en la teoría es manejar los intereses de fanáticos
coleccionistas de libros antiguos y esencialmente caros. Su único
fin es lucrar con la diferencia que pueda hacer entre sus adinerados
clientes. Uno de ellos es Frank Langella, un profesor amante de Lucifer
que posee toda una biblioteca dedicada a ese personaje. Su objetivo es completar una trilogía de libros llamados "Las nueve
puertas del reino de las sombras" y para eso le fantan dos.
De esta manera, Corso viajará por Europa -en especial Francia y España,
de donde provienen gran parte de los inversores del film-, correrá
muchos peligros, verá varios cadáveres y se relacionará, con distinta
intensidad, con algunas mujeres muy misteriosas. Tratándose de una
"historia de detectives", no es conveniente revelar mas.
Es una pena que el cine no pueda todavía transmitir olores, ya que de
seguro la película se disfrutaría de otra manera pudiendo percibir el
aroma de la gran cantidad de bibliotecas misteriosas que aparecen en el film. Como casi siempre, Depp sobresale del resto por su gran desempeño, pero
Langella tiene lo suyo...esa voz al teléfono mete miedo. La fotografía, la música, y las locaciones son de lo mas disfrutable, así como también la atmósfera de misterio e intrigra permanentes.
Publicado originalmente en www.tljdigital.com
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