Cuando hablamos de "películas de mafia", inmediatamente nos vienen a la
cabeza Coppola, Scorsese, o De Palma, que en general nos muestran el
ascenso y el éxito de verdaderos peces gordos de la mafia italoamericana
o latina. En el caso de Donnie Brasco, nuestro guía por el submundo es
nada menos que Al Pacino, pero no en el papel del superpoderoso Michael
Corleone, o el ambicioso Tony Montana, sino como el Zurdo Ben Ruggerio,
un perdedor absoluto dentro de su "familia".
Donnie Brasco está basada en la verdadera historia del
agente del FBI Joe Pistone (Johnny Depp), quien se infiltró a la mafia
de Nueva York al final de los años 70. Joe, a quien se le conocía como
"Donnie Brasco", hizo su papel de manera tan efectiva que ascendió de
manera sorprendente, ocupando un lugar privilegiado cerca de su jefe
Sonny Black (Michael Madsen). Pero, a medida que pasaba el tiempo con
miembros de la Mafia, se iba pareciendo mas a ellos. O mejor dicho,
como le aclara a su mujer (Anne Heche), "No me parezco a ellos, yo soy
ellos". Y esto, no estaba en los planes del FBI.
Mike Newell, el director de Cuatro Bodas y un Funeral, nos muestra su clara y válida influencia de los tres directores de descendencia italiana antes nombrados. Con una grandiosa dirección de actores, una jugosa banda de sonido, y un correcto manejo de las cámaras, Brasco deja muy mal parado al FBI y, al mejor estilo Coppola, reivindica a algunos criminales.
Mike Newell, el director de Cuatro Bodas y un Funeral, nos muestra su clara y válida influencia de los tres directores de descendencia italiana antes nombrados. Con una grandiosa dirección de actores, una jugosa banda de sonido, y un correcto manejo de las cámaras, Brasco deja muy mal parado al FBI y, al mejor estilo Coppola, reivindica a algunos criminales.
Tal vez lo más impresionante que Newell ha hecho en Donnie Brasco es
sacarle una actuación atípica a Al Pacino. Acostumbrados a verlo siempre
al mando, siempre con el poder bajo el brazo, esta vez nos muestra a un
tipo cabizbajo, sin la valentía para decirle a su jefe todo lo que
siente, y constantemente humillado por sus pares. Solo ejerce poder
sobre su esposa, ya que ni siquiera puede hacerlo con su hijo. Para algunos, un gran actor es aquel
que puede transmitirle al espectador, aquello que está pensando o
sintiendo sin la necesidad de decir una palabra. En este caso, Johnny
Depp desenfunda una catarata de emociones casi sin hablar. ¿Y qué decir
de su acento italiano? Muy contagioso.
La relación maestro-discipulo entre Donnie y Lefty se transforma rápidamente en padre - hijo, llegando a escenas muy emocionantes. El rol importante que Donnie comienza a ocupar dentro de la "familia" va de la mano con el que ocupa en la vida de Lefty. De esa manera, si termina con su misión, y es "sacado" de la mafia, claramente será el Zurdo el responsable por esa gran metida de pata. Este es el principal conflicto del personaje de Brasco, o en sus propias palabras, "es como si yo mismo pusiera la bala en su cabeza."
Aunque Donnie Brasco está ubicada en un medio de crimen y violencia -muy bien manejados por Newell-, la película trata realmente acerca de la familia y las relaciones; no solo entre Lefty y Donnie, sino también el de este con su esposa (Anne Heche) e hijas. Un padre absolutamente ausente sin alternativa, una esposa egoísta -comprensible en algún punto- y tres hijas mujeres en el medio de esta batalla. Los personajes secundarios están correctamente estereotipados. Michael Madsen se revela como un severo jefe mafioso, que intimida con su sola presencia y su tono de voz. Bruno Kirby -el joven Clemenza en El Padrino Parte II- y James Russo -La Novena Puerta- integran el resto de la pandilla. En síntesis, música disco, sacos de cuero, interesantes opciones de dirección y sobre todo, excelentes actuaciones hacen de Brasco, una película altamente recomendable.
Publicado originalmente en www.tljdigital.com
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